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jueves, 26 de enero de 2023

EVANGELIO PARA ADULTOS

 Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos:

“Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece.

Dichosos los afligidos, porque serán consolados

Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios.

Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece.

Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante".

                                                                                                            Mateo 5:1-12




En las Bienaventuranzas, el Señor nos descubre el secreto del cristianismo, el verdadero sentido de la vida, aquello a lo que tenemos que aspirar porque ahí nos lo jugamos todo. Son reflejo de que el cristianismo no el al estilo del mundo, que llama felices a los ricos, a los poderosos, a los incrédulos, a los duros de corazón, a los que no carecen de nada.

Por una paradoja que sólo entienden los sencillos se puede ser feliz aunque tengamos dificultades, aunque lloremos, aunque no nos salgan bien las cosas en la vida, aunque seamos perseguidos. Porque nuestra felicidad brota del verdadero amor que reflejan las Bienaventuranzas y que, cuando uno lo ha descubierto, estrena cada día una felicidad que no se achanta con nada y que está al alcance de todos. Esa felicidad se llama Jesús y se refleja en las Bienaventuranzas.

                                                                                    Francisco Cerro Chaves

martes, 17 de enero de 2023

MI MOCHILA ES DE LA PAZ

El próximo día 30 de enero celebramos el Día escolar de la no violencia y la paz. Este año Unai Quirós, junto con Patxi Fano, nos proponen para trabajarlo estos materiales titulados Mi mochila es de la Paz. la propuesta es muy amplia y para todas las edades. Se incluye el cuento y la canción Mi mochila es de la Paz junto a una gran diversidad de actividades en torno a este día. ¡Muchas gracias por compartirlo con todos!



Hay que reflexionar sobre las actitudes o valores que debemos llevar en nuestra MOCHILA para crear un clima de convivencia positiva en el colegio. Tendremos que seleccionar los mejores materiales escolares y, sobre todo, hacer un buen uso de ellos.

GOMA: para borrar todo lo que está mal, “borrón y cuenta nueva”. O lo que es lo mismo, aprender a perdonar y pedir perdón. Una acción necesaria para aquellas ocasiones en las que nos equivocamos.

TIJERAS: para cortar con la violencia, los insultos, los gritos, los malos modales. Una oportunidad para aprender a gestionar nuestros enfados y saber cortarlos antes de que puedan hacer daño a alguien.

CERAS DE COLORES: todos somos diferentes y necesarios para poder aportar nuestro color. Podemos trabajar el respeto, la tolerancia, la diversidad y la cooperación.

PEGAMENTO: aquello que une nuestra amistad. ¿Qué acciones o actitudes nos unen con nuestros amigos y amigas?

MARCADOR-SUBRAYADOR: para resaltar y subrayar lo bueno de cada persona. Momento para trabajar el autoconcepto y la autoestima.

ESTUCHE: el estuche será el símbolo de acogida, ya que siempre se abre para acoger a cualquier material y reunirnos a todos en un solo lugar.

REGLAS: para revisar las normas de convivencia en el aula o en el grupo.

CORRECTOR: para corregir y no tachar a los demás. Podemos trabajar las etiquetas y el rechazo a los demás.

CALCULADORA: para aprender a sumarnos, a compartir con los demás, a multiplicar abrazos y besos.


LÁPIZ Y CUADERNO: para escribir mensajes e historias de paz e igualdad entre nosotros/as.





martes, 10 de enero de 2023

ABRAHAM

 Hace muchos, muchos años, un hombre llamado Abram vivía en Ur, una zona del actual Irak. Era un hombre bueno y honrado, que cumplía siempre su palabra y estaba casado con una mujer tan hermosa que se llamaba Sarai, que quiere decir princesa. Tenía muchas ovejas y cabras y gran cantidad de sirvientes.

Un día Dios habló con Abram y le dijo: Sal de tu tierra que yo te llevaré a una tierra que te daré a ti y a tus descendientes. Abram cogió a su mujer Sarai, a todos sus sirvientes, a todos sus animales y posesiones y se puso en marcha hacia la Tierra Prometida, que desde entonces así se llama Palestina, donde nacería con el pasar de los siglos Jesucristo.

Abram llegó a Palestina y Dios le volvió a hablar. "Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes", y en ese momento les cambió el nombre a Abram y a Sarai que desde ese momento se llamaron Abraham, que significa padre de muchos pueblos y Sara, madre de reyes.

Un día que Abraham estaba en su tienda le visitaron tres hombres enviados por Dios que le prometieron que en un año tendría un hijo. Como Abraham tenía cien años y su mujer noventa, Sara, que estaba oculta dentro de la tienda se rió. Se enfadaron los hombres y le dijeron a Sara: ¿Es que acaso hay algo imposible para Dios?.

Y no había nada imposible para Dios porque al año Sara tuvo un hijo, Isaac, hijo de la promesa. Al cabo de unos años, Dios volvió a hablar a Abraham y  le dijo: "Coge a tu hijo, a quien tanto amas, y ofrécemelo en sacrificio". Abraham sin decir nada cogió a Isaac y se fue al monte Moria.

Cuando iban subiendo al monte donde Dios le  había pedido que hiciera el sacrificio, Isaac, extrañado por los preparativos, preguntó a su padre: "Llevamos el fuego y la leña para el sacrificio, pero dónde está lo que se va a sacrificar". Abraham le respondió: Dios proveerá.

Cuando llegaron a la cima del monte, Abraham cogió a Isaac, lo ató, lo puso encima de la leña y cogió el cuchillo para matarlo. Pero un ángel de Dios le gritó: "Abraham, Abraham, no extiendas tu mano sobre tu hijo". Y dándose la vuelta Abraham encontró un carnero que ofreció en sacrificio en lugar de Isaac.

Y Dios dijo a Abraham: "Por lo que has hecho, por no negarme ni siquiera a tu hijo, lo que más querías en el mundo, te bendeciré largamente y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas del mar". Y, por eso, a Abraham se le llama "nuestro padre en la fe" porque tuvo tanta fe en Dios como para obedecerle y quererle más a Él que a lo que más quería en el mundo.