Iba yo a ponerme en camino
cuando ya venías tú hacia mí.
Quería yo correr hacia ti,
pero vi que corrías a encontrarte conmigo.
Yo deseaba esperarte,
pero supe que me estabas esperando.
Deseaba buscarte,
y vi que estabas tú en mi búsqueda.
Llegué a pensar:
"¡Eh, ya te he encontrado!",
pero me sentí encontrado por ti.
Cuando yo quería decirte: te amo;
te oía decirme: "¡Cuánto te quiero!"
Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.
Yo quería escribirte
cuando tu carta llegó a mis manos.
Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mi.
Iba a pedirte perdón, pero tuve la certeza
de que ya me habías perdonado.
Quería ofrecerme a ti,
cuando recibí el don de ti mismo, entero.
Anhelaba ofrecerte mi amistad,
y recibí el regalo de la tuya.
Yo quería llamarte: "Abba, Padre",
y te adelantaste a decirme: "Hijo mío".
Yo quería desvelarte toda mi vida,
también mi interior, lo que nadie sabe;
te encontré revelándome
las profundidades de tu ser.
Deseaba invitarte al corazón de mi vida
y recibí tu invitación a entrar en la tuya.
Gracias por salir a mi encuentro,
por acogerme en tu cálida morada,
y por restaurarme como hijo.
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