miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL PROFETA AMÓS



Amós es un campesino de la región de Tecua. Se dedica al cultivo de higos, pero el Señor le llama para profetizar en el pueblo de Israel.


En un período de bienestar, las clases privilegiadas viven en un derroche de riquezas que recae en la opresión de los más humildes. Amós denuncia el lujo excesivo de los habitantes de Samaria, el despilfarro del rey y de sus cortesanos, los nobles y sus esposas, los jueces y sacerdotes…


«Oprimís a los pobres, maltratáis a los míseros», les dice Amós. «Exprimís al pobre, despojáis a los miserables. Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Recibís soborno. Hacéis injusticia al pobre en el tribunal».
Todas estas cosas y muchas más denunciaba Amós a los más ricos, y les aconsejaba: «Buscad el bien y no el mal; de este modo, viviréis, y así estará con vosotros el Señor vuestro Dios, como deseáis. Odiad el mal, amad el bien, defended la justicia en el tribunal. Quizá se apiade el Señor de las huestes de los supervivientes de José».


           A aquellos que oprimen al pobre y buscan su propia felicidad con riquezas materiales, Amós les profetizó, en nombre de Dios, que la oscuridad caería sobre sus cabezas, y «llegarán días en los que enviará hambre y sed al país. Pero no sed de agua y hambre de pan, sino de escuchar la Palabra de Dios. Y andará el hombre errante de mar a mar, buscando la Palabra de Dios». ¿Qué esperanza les queda? Luchar por un mundo más justo... Y, por encima de todo, confiar en la salvación de Dios que siempre cumple sus promesas.

Fuente: Alfa y Omega (Pequealfa)

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