"¡Mira, Señor, que soy un muchacho, que no sé hablar...!", le decía Jeremías al Señor, al sentir que le pedía ser profeta entre los gentiles.
- "No les tengas miedo, que yo estoy aquí para librarte. Yo pongo palabras en tu boca; hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar...
Ponte en pie y diles lo que te mando... Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte".
El profeta Jeremías nació en Anatot, muy cerca de Jerusalén y es uno de los grandes profetas de Israel, contemporáneo de Sofonías, Nahúm y Habacuc. vivió en los años anteriores a la caída de Jerusaén a manos de Nabucodonosor, que llevó a cabo la deportación de Babilonia del pueblo judío.
Jeremías denuncia al pueblo que ha abandonado al Señor, y esta tarea le agota y le angustia: "¿Por qué salí del vientre -se pregunta-, para pasar trabajos y fatigas, y acabar mis días derrotado?" El Señor no da explicación alguna pero le asegura: "Lucharán contra ti y no te podrán, porque yo estoy contigo para salvarte. Y, ciertamente, así ocurrió siempre.
Fuente: Alfa y Omega (El Pequealfa)
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