jueves, 23 de junio de 2016

BERNABÉ



Como buen judío que era, José -luego le llamaron Bernabé, "el que trae el consuelo"- había ido de Chipre, su patria, a celebrar la Pascua en Jerusalén. Lo más seguro estaba entre los que oyeron a Pedro cuando, el día de Pentecostés y movido por el Espíritu Santo, anunció a Jesús. La cosa es que, ya desde el principio, formó parte de aquella comunidad cristiana.

Se tomó buen en serio el ser seguidor de Jesús. Por eso se preocupaba de escuchar la enseñanza de los Apóstoles, de rezar con ellos, de celebrar la Eucaristía y de ser uno con los demás. Y así, un día, pensó que debía poner lo suyo a disposición de todos. Ni corto ni perezoso, vendió un campo que tenía y entregó el dinero a los Apóstoles para que nadie pasara necesidad.

Porque era "hombre bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe", los Apóstoles lo enviaron a Antioquia a visitar a los cristianos y ver cómo anunciaban a Jesús entre los paganos. Se llevó una alegría enorme al constatar la vida de aquella comunidad y desde allí se fue a Tarso a buscar a Pablo; se habían encontrado antes en Jerusalén y nació entre ellos una gran amistad.

De nuevo en Antioquia se integraron en la comunidad dando testimonio de Jesçus entre los judíos y los paganos. Pero un día, en medio de la oración, la comunidad descubre que el Espíritu les elegía a ellos dos para llevar el Evangelio a otras gentes. Sin pensárselo dos veces, marcharon juntos a Chipre -a Bernabé le tiraba la tierra- y después al sur de Turquía.

Salamina y Pafos, en Chipre; Perge, Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, en Turquía; fueron lugares en los que Pablo y Bernabé sembraron la semilla del Evangelio. Fueron los judíos a los que, en principio, se dirigieron los misioneros. Pero ante el rechazo de muchos de éstos no dudaron en dedicarse especialmente a los paganos, que acogían gozosamente la Buena Noticia de Jesús. Surgieron así comunidades cristianos, pequeñas si, pero llenas de vida.

¿Dificultades? Muchas. Los judíos les hicieron mucho la guerra. De alguna de estas ciudades salieron por piernas, en otra quisieron apedrearles. En Listra el obstáculo fue otro: querían adorarles como si fueran dioses; a Bernabé lo llamaban Zeus -el padre de los dioses- y Hermes -su portavoz- a Pablo. ¡Lo que les costó convencerles de que eran hombres como ellos! Es que -¡casi ná!- Pablo había curado a un paralítico.

Nombrando responsables de cada comunidad emprendieron el regreso a Antioquía de Siria, de donde habían partido.No faltaron aquí los problemas; judíos convertidos al cristianismo se empeñaban en que todos los que siguieran a Jesús tenían que pasar por algunas leyes del pueblo judío. La trifulca fue bastante gorda.

Total, que Bernabé y Pablo tuvieron que ir a Jerusalén para tratar el tema con los Apóstoles. Una solución estupenda: con Jesús todo ha cambiado, así que a olvidar el tema. Fue el primer concilio de la historia y la carta que dirigieron los Apóstoles a "todos los hermanos no judíos" el primer documento conciliar. Poco tiempo después, Pablo emprendió un nuevo viaje misionero y Bernabé decidió volver a Chipre, dedicándose al cuidado de los cristianos. Y allí murió.

Fuente: Revista "Gesto" (nº 97)

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