En el Bautismo Dios infunde en el alma, sin ningún mérito nuestro, las virtudes, que son disposiciones habituales y firmes para hacer el bien. Las virtudes infusas son teologales y morales. Las teologales tienen como objeto a Dios; las morales tienen como objeto los actos humanos buenos.
Las morales, que se llaman también virtudes humanas o cardinales, son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
¿Qué es la prudencia?
La prudencia es la virtud que dispone de razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.
¿Qué es la justicia?
La justicia es la virtud que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.
¿Qué es la fortaleza?
La fortaleza es la virtud que asegura la firmes y la constancia en la práctica del bien, aun en las dificultades.
¿Qué es la templanza?
La templanza es la virtud que modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los bienes creados.
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