Alaba a Dios en cada circunstancia de la vida.
Busca la excelencia, no la perfección.
Cuenta tus bendiciones en vez de sumar tus penas.
Devuelve todo lo que tomes prestado.
Encomienda a tres personas cada día.
Fíate de Dios de todo corazón y no confíes en tu propia inteligencia.
Gózate con los que se gozan y llora con los que lloran.
Haz nuevos amigos, pero aprecia a los que ya tienes.
Invita a Cristo a ser tu Señor y salvador.
Jamás pierdas una oportunidad de expresar amor.
Lee el evangelio y ora cada día.
Mantente alerta a las necesidades de tu prójimo.
No culpes a los demás por tus infortunios.
Olvida las ofensas y perdona así como Dios te perdona.
Promete todo lo que quieras, pero cumple todo lo que prometes.
Que se te conozca como una persona en quien se puede confiar.
Reconoce que no eres infalible y discúlpate por tus errores.
Sé la persona más amable y entusiasta que conoces.
Trata a todos como quieras que te traten.
Únete al ejército de agradecidos.
Vístete de misericordia, humildad y paciencia.
Y no te olvides de soportar a los demás como a ti te soportan.
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