Noé vivió hace mucho, mucho tiempo cuando los hombres eran malos y se olvidaban de Dios. No le rezaban y siempre estaban cometiendo acciones malas contra los demás hombres, sus hermanos. Noé era el único que vivía de acuerdo a los mandamientos de Dios, trabajaba y era bueno con todos los que le rodeaban y rezaba todos los días a Dios que escuchaba sus oraciones.
Dios vio que la tierra estaba corrompida y ante tanta maldad de los hombres, decidió enviarles un diluvio para acabar con todos ellos. Con el diluvio exterminaría a todo viviente y todo lo que había en la tierra iba a perecer. Dios, enfadado, llegó a arrepentirse de haber creado a los hombres.
Pero al ver que Noé era bueno, Dios le mandó que construyera un arca, es decir, un barco muy grande; e hizo un pacto con Noé para que pudiera salvarse él, su mujer y sus hijos. Arca significa cofre o baúl porque lo que quería Dios era guardar en este cofre lo bueno que tenía el mundo y conservarlo para después del diluvio.
Noé construyó aquel barco o arca grande, ayudado por sus tres hijos, Sem, Cam y Yafed. Como no la construyó al lado del mar, todos los hombres que le veían trabajar a él y a sus hijos ser reían de él. Reunió toda clase de alimentos para sobrevivir durante mucho tiempo, tanto para él y su familia como para los animales que iba a llevar.
Cuando el arca estuvo lista, empezaron a llegar parejas de animales. Una pareja por cada especie, porque el diluvio iba a inundar todo y Dios quería salvar a los animales. Y así llegó una pareja de cada viviente, pájaros, cuadrúpedos, reptiles y toda clase de animales. Los fueron colocando en los establos que Noé y sus hijos les habían preparado en el arca.
Dios esperó a que Noé y su familia y todas las parejas de animales estuvieran en el arca y después mandó la lluvia. El agua al crecer levantó del suelo el arca que se puso a navegar. EStuvo lloviendo durante cuarenta días y cuarenta noches sin parar hasta que las aguas cubrieron incluso los montes más altos. Todo quedó cubierto por el agua.
Cuando paró de llover, Noé estuvo esperando a que se secaran las aguas, pero pasaban los días y no veía tierra firme, sino solo agua. Soltó un cuervo pero el cuervo estuvo volando y al no tener donde posarse, se volvió al arca. Después soltó una paloma y al poco tiempo volvió con una rama de olivo en el pico. Se convirtió así en el símbolo de la paz y la esperanza.
Por fin, se paró el arca sobre la tierra. Y Dios le prometió a Noé que no volvería a mandar un diluvio sobre la tierra. Para que Noé y todos los hombres vieran que lo decía de verdad, puso su arco sobre el cielo y desde entonces casa vez que sale el arco iris es una promesa de que Dios no volverá a inundar la tierra.
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