El Adviento dura cuatro semanas y siempre es un momento muy esperado e importante para los cristianos, porque es el inmediatamente anterior a la celebración de la Navidad, y la gente se pone muy contenta. ¿Y por qué? -pensaréis-.
Pues porque el Adviento significa llegada, llegada de Jesús al mundo con su nacimiento, y pasa lo mismo que cuando esperamos a alguien a quien queremos mucho: estamos contentos y nos preparamos lo mejor posible para que esa persona esté contenta con nosotros. Pues con Jesús es lo mismo: rezamos, nos llenamos de alegría, pensamos en Él y en todo lo bueno que traerá su presencia.
Vivir el Adviento en estos días significa también pedir por la paz. Cuando Jesús vino al mundo, hace ya más de 2.000 años, vino por amor a los hombres y para darnos la paz y la libertad que tanto ansiamos y no podemos conseguir nosotros solos. Adviento es esperar que Jesús nos traiga la paz, tan necesitada en el mundo.
Debemos por tanto, rezar especialmente por el fin de las guerras en todo el mundo. La esperanza en su llegada no nos la puede quitar nadie. Recemos, pues, por la paz, que sólo Jesús puede darnos, en este tiempo de Adviento.
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