No digas: "Padre"
si no te comportas como hijo.
No digas "nuestro"
si vives cerrado en tu egoísmo.
No digas "que estás en el cielo"
si no piensas más que en las cosas de la tierra.
No digas "santificado sea tu nombre"
si no piensas más que en tu propia gloria.
No digas "venga a nosotros tu reino"
si lo confundes con un éxito material.
No digas "hágase tu voluntad"
si no la aceptas cuando te desagrada.
No digas "danos hoy el pan de cada día"
si no te preocupas por los necesitados.
No digas "perdona nuestras ofensas"
si guardas rencor a tu hermano.
No digas "no nos dejes caer en la tentación"
si tú mismo te expones a ella.
No digas "líbranos del mal"
si no te comprometes absolutamente por el bien.
No digas "amén"
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