sábado, 28 de noviembre de 2015

LA ESTRELLA DEL ADVIENTO






1º DOMINGO DE ADVIENTO



2º DOMINGO DE ADVIENTO




3º DOMINGO DE ADVIENTO





4º DOMINGO DE ADVIENTO

NAVIDAD


miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL PROFETA AMÓS



Amós es un campesino de la región de Tecua. Se dedica al cultivo de higos, pero el Señor le llama para profetizar en el pueblo de Israel.


En un período de bienestar, las clases privilegiadas viven en un derroche de riquezas que recae en la opresión de los más humildes. Amós denuncia el lujo excesivo de los habitantes de Samaria, el despilfarro del rey y de sus cortesanos, los nobles y sus esposas, los jueces y sacerdotes…


«Oprimís a los pobres, maltratáis a los míseros», les dice Amós. «Exprimís al pobre, despojáis a los miserables. Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Recibís soborno. Hacéis injusticia al pobre en el tribunal».
Todas estas cosas y muchas más denunciaba Amós a los más ricos, y les aconsejaba: «Buscad el bien y no el mal; de este modo, viviréis, y así estará con vosotros el Señor vuestro Dios, como deseáis. Odiad el mal, amad el bien, defended la justicia en el tribunal. Quizá se apiade el Señor de las huestes de los supervivientes de José».


           A aquellos que oprimen al pobre y buscan su propia felicidad con riquezas materiales, Amós les profetizó, en nombre de Dios, que la oscuridad caería sobre sus cabezas, y «llegarán días en los que enviará hambre y sed al país. Pero no sed de agua y hambre de pan, sino de escuchar la Palabra de Dios. Y andará el hombre errante de mar a mar, buscando la Palabra de Dios». ¿Qué esperanza les queda? Luchar por un mundo más justo... Y, por encima de todo, confiar en la salvación de Dios que siempre cumple sus promesas.

Fuente: Alfa y Omega (Pequealfa)

miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL PROFETA OSEAS



Oseas fue un profeta contemporáneo de Amós, y el único profeta israelita, es decir, que provenía del reino del norte de Palestina. De todos los profetas, se dice que nadie como él supo expresar la ternura y la fidelidad de Dios Padre con su pueblo, a pesar de que éste le era infiel.

En su vida, Oseas vivió la desgracia de enamorarse de una mujer que no le fue fiel. Por esto sufrió mucho, ya que la amaba con todo su corazón, y no sabía cómo librarse de su dolor. La insultó, le quitó los regalos que le había hecho, la repudió…, pero todo era inútil, puesto que no lograba olvidar su amor. De repente todo tomó un giro inesperado: Oseas decidió enamorar a su mujer en el silencio del desierto, donde la hablaría al corazón.

A partir de aquí, un día Oseas quedó iluminado de golpe y descubrió cómo su experiencia de vida era un reflejo, aunque muy pequeño, de la relación de Dios con los hombres. El amor de Dios es tan grande, tan generoso, tan inmenso, que siempre acoge y perdona, a pesar de las ofensas que el hombre pueda cometer. Dios había amado a Israel con toda su fuerza. Sin embargo, Israel le había fallado, y había adorado a otros dioses, además de olvidar los preceptos de la Ley divina. ¿Abandonaría Dios a su pueblo definitivamente? No. Jamás. Porque su amor es más fuerte que cualquier infidelidad.

Oseas habla al pueblo de Israel y les critica por su falta de sinceridad, de misericordia y de respeto. Sus palabras son implacables. Destacan los hermosos versos que muestran el amor de Dios por los hombres. Dios habla en los labios de Oseas:

«Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más se les llama, más se alejan. Ofrecen sacrificios a los Baales, e incienso a los ídolos. Yo enseñé a andar a Efraím, lo levanté en mis brazos, pero no reconoció mis desvelos por curarle…»

Pero como Dios ama a los hombres, no puede castigarlos. Le vence su amor paternal, es misericordioso:

«Mi corazón se ha vuelto contra mí, una a una se han conmovido mis entrañas. No llevaré a efecto el ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraím, porque yo soy Dios y no un hombre, soy santo en medio de ti y no me complazco en destruir».

  Fuente: Alfa y Omega (El Pequealfa).

viernes, 13 de noviembre de 2015

EL PROFETA EZEQUIEL

Al caer la ciudad de Jerusalén en manos de los caldeos, éstos deportaron a Babilonia a un gran número de cautivos, entre ellos iba Ezequiel. Los deportados lloraron a orillas de los ríos de Babilonia, acordándose de Jerusalén.

Cuando llevaba cinco años en Babilonia, mientras se hallaba a la orilla del río Kebar, Dios se le apareció en forma de un carro de fuego y le llamó para que se convirtiera en el profeta del exilio.

Los judíos deportados acusaban a Dios de ser injusto con ellos, al no haberlos cuidado y evitado que los o. Ezequiel les hizo ver que pasarían muchos años en Babilonia y que debían ser justos y dejar de adorar a los ídolos.

En Jerusalén, los caldeos habían puesto a un nuevo rey, pero los pecados continuaban. Desde Babionia, Ezequiel anunció el castigo y cómo la Ciudad Santa sería castigada y Dios la abandonaría.

Poco después las profecías de Ezequiel se cumplían. Los caldeos volvieron a atacar Jerusalén y esta vez la destruyeron, demoliendo el templo y derribando sus murallas. Esta vez también deportaron a Babilonia a muchos judíos.

Ante la depresión que se apoderó de todos los deportados, Ezequiel empieza a animarlos hablándoles de que el templo se reconstruirá y de que Dios les dará un corazón nuevo para que en ellos reina le justicia.

En una foto de sus profecías habla de la T que deben llevar en la frente los que se duelan de los pecados que se cometen contra Dios y contra los hombres. En esta T se ha visto un anuncio del signo de la Cruz que preside la vida cristiana.

La idea central de todo lo que presenta el libro de Ezequiel en la biblia es que hay que poner a Dios como el centro de todo, porque es tan grande y maravilloso que, ante Él, todo lo demás no es nada.

Fuente: Revista Gesto (nº 135)




miércoles, 4 de noviembre de 2015

EL PROFETA JEREMÍAS


Mira, Señor, que soy un muchacho, que no sé hablar...!", le decía Jeremías al Señor, al sentir que le pedía ser profeta entre los gentiles.

- "No les tengas miedo, que yo estoy aquí para librarte. Yo pongo palabras en tu boca; hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar...
Ponte en pie y diles lo que te mando... Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte".

El profeta Jeremías nació en Anatot, muy cerca de Jerusalén y es uno de los grandes profetas de Israel, contemporáneo de Sofonías, Nahúm y Habacuc. vivió en los años anteriores a la caída de Jerusaén a manos de Nabucodonosor, que llevó a cabo la deportación de Babilonia del pueblo judío.

Jeremías denuncia al pueblo que ha abandonado al Señor, y esta tarea le agota y le angustia: "¿Por qué salí del vientre -se pregunta-, para pasar trabajos y fatigas, y acabar mis días derrotado?" El Señor no da explicación alguna pero le asegura: "Lucharán contra ti y no te podrán, porque yo estoy contigo para salvarte. Y, ciertamente, así ocurrió siempre.

Fuente: Alfa y Omega (El Pequealfa)