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jueves, 29 de diciembre de 2016

EPIFANÍA



Dios quiso que su Hijo fuera adorado por todos los hombres. Envió un ángel a los pastores que cuidaban sus rebaños cerca de Belén para anunciarles que había nacido el Salvador.

Por eso el Señor puso una señal en el cielo para que otros hombres, que no pertenecían al pueblo de Israel, tuvieran noticia de este gran acontecimiento. 
Fue una estrella la señal que indicó a los Reyes Magos el Nacimiento de Jesús.
Dios había elegido antes a unos humildes pastores de Belén para que adorasen a Jesús. Ahora elige a unos hombres muy sabios y poderosos que vivían en el lejano oriente.


Los Reyes Magos eran unos sabios dedicados al estudio de las estrellas. El día que nació Jesús, cuando estaban contemplando el cielo, vieron una estrella desconocida por ellos. Tenía un brillo especial y observaron que se movía. Pensaron que Dios hacía uso de la estrella para comunicarles algo importante. Inmediatamente se prepararon todos y se dispusieron a seguir la estrella.
Los Reyes Magos tenían gran confianza en Dios y no dudaron en ponerse en camino a pesar de que no sabían cuál iba a ser su viaje.


Pasaron semanas y semanas y ellos continuaron adelante hasta que, por fin, un día llegaron a Jerusalén. Preguntaron entonces dónde podrían encontrar al Rey de los judíos que había nacido en esos días, pues querían adorarle.
El corazón del rey Herodes se llenó de terror. Temía que Jesús le quisiera arrebatar el trono para fundar un reino tan poderoso como el de David o el de Salomón.

Pero Jesús no venía a ser rey de los judíos. Venía a fundar un reino para todos los hombres; para judíos y para los no judíos, para los hombres de entonces y para los de ahora. Ese reino es la Iglesia.

Herodes preguntó a los sabios de su reino y todos le dijeron lo mismo:
_ "Los profetas dicen que el Mesías nacerá en Belén de Judea."

Los Reyes Magos llegaron hasta el lugar donde estaba Jesús. Quedaron conmovidos, comprendiendo que era el Hijo de Dios. Se arrodillaron ante Él y, después de adorarle, le ofrecieron sus regalos: oro, incienso y mirra.


De esta manera Jesús, el Hijo de Dios, fue conocido desde su nacimiento por hombres de muy distintos países. Por eso en estos días la Iglesia celebra la Epifanía, que significa la manifestación o presentación del Salvador a todos los hombres.


 














domingo, 11 de diciembre de 2016

ABECEDARIO CRISTIANO

Alaba a Dios en cada circunstancia de la vida.

Busca la excelencia, no la perfección.

Cuenta tus bendiciones en vez de sumar tus penas.

Devuelve todo lo que tomes prestado.

Encomienda a tres personas cada día.

Fíate de Dios de todo corazón y no confíes en tu propia inteligencia.

Gózate con los que se gozan y llora con los que lloran.

Haz nuevos amigos, pero aprecia a los que ya tienes.

Invita a Cristo a ser tu Señor y salvador.

Jamás pierdas una oportunidad de expresar amor.

Lee el evangelio y ora cada día.

Mantente alerta a las necesidades de tu prójimo.

No culpes a los demás por tus infortunios.

Olvida las ofensas y perdona así como Dios te perdona.

Promete todo lo que quieras, pero cumple todo lo que prometes.

Que se te conozca como una persona en quien se puede confiar.

Reconoce que no eres infalible y discúlpate por tus errores.

Sé la persona más amable y entusiasta que conoces.

Trata a todos como quieras que te traten.

Únete al ejército de agradecidos.

Vístete de misericordia, humildad y paciencia.

Y no te olvides de soportar a los demás como a ti te soportan.

Záfate de las garras seductoras de Satanás.


domingo, 4 de diciembre de 2016

EJERCITAR NUESTRO CORAZÓN



Abre tu corazón. Para mantenernos en forma, hay que ejercitar con regularidad los músculos de nuestro cuerpo. Lo mismo pasa con nuestro corazón. Para mantenerlo en forma, también hemos de ejercitarlo permanentemente. Ahora que estamos en Adviento y nos disponemos a celebrar la Navidad, hay que preguntarse cómo está nuestro corazón. Afortunadamente, tenemos una nueva oportunidad para ejercitarlo y abrirlo a nuestra pareja, a nuestros familiares, a nuestro prójimo, a nuestros amigos y a los necesitados. De esta forma, evitamos que nuestro corazón se quede obstruído por falta de ejercicio, por pensar solo en nosotros, o se quede paralizado por falta de uso.

Santa Teresa de Calcuta decía lo siguiente sobre la fiesta y el sentimiento de la auténtica Navidad:

- Es Navidad cada vez que sonríes a un hermano y le tiendes la mano. 

- Es Navidad cada vez que estás en silencio para escuchar al otro. 

- Es Navidad cada vez que no aceptas aquellos principios que destierran a los oprimidos al margen de la sociedad. 

- Es Navidad cada vez que esperas con aquellos que desesperan en la pobreza física y espiritual. 

- Es Navidad cada vez que reconoces con humildad tus límites y tu debilidad. 

- Es Navidad cada vez que permites al Señor renacer para darlo a los demás.

María y José nos van a preguntar si tenemos sitio en nuestro corazón para que puedan hospedarse. Hoy en día, tienen difícil encontrar alojamiento en los corazones humanos. Mucha gente está centrada exclusivamente en cosas superfluas, como los regalos, los viajes y las cenas, en vez de estar centrados en el auténtico sentido de la Navidad, que es que Dios se hace hombre. María nos va a preguntar si puede alumbrar a su hijo Jesús dentro de nuestro corazón. ¿Qué vamos a contestar?

Autor: Javier López
Web Católico de Javier
http://webcatolicodejavier.org