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domingo, 29 de mayo de 2016

TITO



Uno de los primeros paganos convertidos al cristianismo, y en edad muy joven aún, fue Tito. Conoció, sin duda, a Jesucristo  a través de san Pablo, que le quería como si fuera su hijo. La garra de Pablo cuando hablaba de Jesús y el ver cómo se desvivía por El le debió impresionar muy hondamente. Tanto, que adonde iba Pablo, Tito estaba con él.

Por eso tuvo la suerte de, en compañía también de Bernabé -otro de los amigos de Pablo- viajar a Jerusalén donde se celebró el primer concilio de la historia de la Iglesia. ¡La alegría que debió sentir Tito al poder recordar sobre el terreno tantos y tantos momentos de la vida de Jesús y al conocer a los apóstoles que todavía estaban allí: Pedro, Juan...!

Junto a Pablo estuvo también en Éfeso colaborando con él en el anuncio del Evangelio, Y encontrándose en Tróade -más o menos la Estambul de hoy-, Pablo, que se fiaba mucho de él, le envió a visitar a los cristianos que vivían en Dalmacia, la región que ahora casi se corresponde con Albania. ¡Menudo viaje, tíos, en aquellos tiempos!

Ya antes de esta misión, Tito había sido mensajero de Pablo a la comunidad de Corinto, un poco revuelta por diferencias surgidas entre aquellos cristianos. Y lo debió hacer requetebién porque el mismo Pablo, en una de sus cartas a los corintios, les manifestaba la alegría inmensa que sintió en su corazón ante las noticias que le había traído Tito.

Este buenhacer de Tito hace que Pablo le confíe, como primer obispo, la comunidad de la isla de Creta a la que el Evangelio llegó porque el día de Pentecostés, entre aquella multitud de personas que escuchan el primer anuncio de Jesús hecho con Pedro en Jerusalén,, había algunos cretenses que se convirtieron al cristianismo. Y al volver, les faltó tiempo para anunciar a Jesús a sus paisanos.

Y no fue fácil para Tito su tarea, porque los cretenses -y no sin razón; hasta uno de sus poetas los describe así- tenían fama de "mentirosos, malas bestias y vientres perezosos". Por eso Pablo, en una carta, le indica que se preocupe mucho de que los cristianos sean ¡ante todo! honrados. Es la mejor manera de demostrar, en aquel ambiente, que los que creen en Jesús han de esforzarse por dar paso a una sociedad y mundo nuevos.

Es muy probable que Pablo y Tito volvieran a encontrarse unos años después, cuando, en una unión de otros presos, custodiados todos por un centurión de la legión Augusta llamado Julio, llevaban a Pablo de Cesarea a Roma para ser juzgado por el César. Hicieron escala en Buenos Puertos, un lugar muy cercano a la ciudad de Lasea, y aunque estuvieron poco tiempo, seguro que Tito acudió a visitar a su gran amigo y maestro Pablo.

Todavía continuó varios años en la isla de Creta, dedicado de forma especial a extender el Evangelio entre los creyentes y a organizar aquella Iglesia que, poco a poco, crecía y daba testimonio de Jesús. Se preocupó mucho de que en todas las comunidades hubiera sacerdotes o diáconos que las atendieran pastoralmente. Ya muy viejito, murió. ¿Verdad que San Tito no es el santo más pequeño ni por tamaño físico ni por talla espiritual?



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