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miércoles, 12 de abril de 2023

SAN PABLO

 Pablo era un judío convencido, que perseguía a los cristianos. Era tal su odio a Jesucristo y a sus seguidores que fue uno de los que participaron en la muerte del primer mártir del cristianismo, San Esteban.

Un día que iba desde Jerusalén a Damasco para perseguir a los cristianos, Jesús se le apareció en el camino. Pablo se cayó del caballo y se quedó ciego, mientras escuchaba una voz: "¿Por qué me persigues?".

Tras recuperar la vista, Pablo se fue al desierto a meditar sobre lo que le había pasado. Así comenzó la nueva vida de quien sería más tarde uno de los misioneros más grandes de la historia.

En cuatro viajes recorrió gran parte del mundo romano, predicando y fundando Iglesias. Fue perseguido, apedreado, azotado y encadenado, lo que tuvo siempre como un orgullo porque así demostraba su amor a Jesucristo, a quien había perseguido.

Durante los años que pasó evangelizando, Pablo escribió cartas a los cristianos que había anunciado el Evangelio, para alentarlos en su fe. Esas cartas se leen hoy en día en todas las Iglesias del mundo en las celebraciones de los sacramentos.

En uno de sus viajes llegó a Filipos, en Grecia. Se trataba de la primera vez que llegaba un misionero y apóstol a Europa. Allí logró la conversión de Lidia, una vendedora de telas. Fue una de las primeras personas europeas que se convierten a la fe cristiana.

Acusado por los judíos de ir contra Dios y el César, fue llevado encadenado a Roma, porque Pablo era ciudadano romano y había pedido ser juzgado por el propio César: Se le declaró inocente.

Parece ser que de Roma pasó a España, por lo que sería el primer evangelizador de nuestro país. Al volver a Roma y coincidir con la persecución de Nerón contra los cristianos, murió decapitado por creer en Aquel al que había perseguido.


           

sábado, 25 de marzo de 2023

EVANGELIO PARA ADULTOS

 En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme."

 Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" 

Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

                                                                                                      Mateo 9:9-13




Jesús tenía especial predilección por los peores. El pecador es el hombre alejado de Dios y por eso perdido en su destino esencial. Jesús ha venido a buscar al hombre que vive esa situación, para librarle, para redimirle, para devolverle la dignidad perdida, para perdonarle.

Esa atracción que Jesús siente por los pecadores se llama misericordia. La misericordia es un amor creativo que produce el bien allí donde no se encuentra. Es la manera que Dios tiene de amar.

Esta misericordia de Dios choca con las estrecheces humanas. Para la mente humana, y más todavía para la mente retorcida por el pecado, el amor de Dios es una locura. Sólo el que se deja amar por Dios experimenta la dilatación de su corazón y entiende que no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Sólo quien acoge el perdón de Dios puede reconocer que Jesús no ha venido a buscar a los justos sino a los pecadores. Y pecadores somos todos los hombres.

                                                                                         Demetrio Fernández

jueves, 26 de enero de 2023

EVANGELIO PARA ADULTOS

 Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos:

“Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece.

Dichosos los afligidos, porque serán consolados

Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios.

Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece.

Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante".

                                                                                                            Mateo 5:1-12




En las Bienaventuranzas, el Señor nos descubre el secreto del cristianismo, el verdadero sentido de la vida, aquello a lo que tenemos que aspirar porque ahí nos lo jugamos todo. Son reflejo de que el cristianismo no el al estilo del mundo, que llama felices a los ricos, a los poderosos, a los incrédulos, a los duros de corazón, a los que no carecen de nada.

Por una paradoja que sólo entienden los sencillos se puede ser feliz aunque tengamos dificultades, aunque lloremos, aunque no nos salgan bien las cosas en la vida, aunque seamos perseguidos. Porque nuestra felicidad brota del verdadero amor que reflejan las Bienaventuranzas y que, cuando uno lo ha descubierto, estrena cada día una felicidad que no se achanta con nada y que está al alcance de todos. Esa felicidad se llama Jesús y se refleja en las Bienaventuranzas.

                                                                                    Francisco Cerro Chaves