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lunes, 23 de noviembre de 2020

ISAIAS

Isaías nació en Jerusalén en el año 765 y de su libro de igual nombre en la Biblia se sabe que era un hombre de clase alta y de gran cultura. Pero fue la fuerza de su palabra lo que le convirtió en el profeta bíblico por excelencia.

Cuando era joven, tuvo una visión en la que Dios, sentado en un trono excelso se preguntaba: "¿A quién enviaré? ¿Quién irá por mi?". El joven Isaías respondió: "Heme aquí, envía me a mi". Y así comenzó su misión de profeta.

Isaías comenzó entonces a transmitir los mensajes de Dios, pidiendo a todos que se apartaran de su vida de pecado y comenzaran una nueva vida. Pero se cumplió algo que le había echo Dios en aquella visión: "Teniendo oídos, no querrán escuchar".

Una de sus profecías más famosas fue la del Emmanuel: "He aquí que la Virgen concebirá y dará al luz un niño al que llamarán Emmanuel, que significa Dios con nosotros". Anunciando así el nacimiento de Jesús a la Virgen María.

Senaquerib, rey de Asiria, un reino que era sumamente poderoso, atacó y sitió Jerusalén. Todo el mundo temía por su vida, porque los soldados asirios eran conocidos por la crueldad con que trataban a sus prisioneros.

Se consultó a Isaías sobre qué podrían hacer. Éste respondió: Dios dice: "No entrarán en Jerusalén, yo defenderé esta ciudad y la libraré". Y una terrible peste se extendió por el campamento asirio que ni siquiera pudo atacar la ciudad.

Isaías ganó con esta acción un gran prestigio en Jerusalén, pero esto no evitó que siguiera profetizando y anunciando que si seguían pecando acabaría llegando el castigo de Dios, como ocurriría con la destrucción de Jerusalén.

La tradición judía asegura que murió aserrado por  la mitad cuando era muy anciano por no ceder a las amenazas del rey Manases. Dio su vida por cumplir aquella promesa que le hizo a Dios: "Heme aquí, envíame a mi".


                       




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