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viernes, 28 de febrero de 2025

SANSÓN

 



Muchos israelitas volvieron a adorar ídolos. Así que Jehová dejó que la gente de Filistea dominara el país de Israel. Pero había algunos israelitas que sí amaban a Jehová, como Manóah. Él y su esposa no tenían hijos. Un día, Jehová envió a un ángel para que le dijera a la esposa de Manóah: “Vas a tener un hijo que rescatará a los israelitas de los filisteos. Será un nazareo”. ¿Sabes quiénes eran los nazareos? Eran personas que servían a Jehová de una manera especial y tenían prohibido cortarse el pelo.
Cuando nació el niño le puso por nombre Sansón. 

Cuando creció, Jehová le dio una enorme fuerza. ¡Podía matar a un león solo con sus manos! Una vez, mató a 30 filisteos sin que nadie lo ayudara. Por eso, los filisteos lo odiaban y querían averiguar cómo matarlo. 

Los filisteos fueron a hablar con Dalila, que era la novia de Sansón, y le dijeron: “Te pagaremos miles de piezas de plata si descubres por qué es tan fuerte Sansón. Es que queremos atraparlo y meterlo en la cárcel”. Dalila quería el dinero, así que aceptó el trato. Al principio, Sansón no quería decirle a Dalila de dónde sacaba toda su fuerza. Pero ella lo molestó tanto que él se rindió y le contó su secreto. Le dijo: “Nunca me han cortado el pelo porque soy nazareo. Si me cortaran el pelo, perdería mi fuerza”. 

Enseguida, Dalila les dijo a los filisteos: “¡Ya sé cuál es su secreto!”. Hizo que Sansón se quedara dormido sobre sus rodillas y llamó a alguien para que le cortara el pelo. Entonces Dalila gritó: “¡Sansón, los filisteos están aquí!”. Él se despertó, pero se dio cuenta de que había perdido su fuerza. Los filisteos lo agarraron, lo dejaron ciego y lo metieron en prisión donde le pusieron a dar vueltas a una noria.

Un día que los filisteos celebraban una fiesta en honor a Dagón, su dios, sacaron a Sansón de la cárcel para burlarse de él. Le colocaron entre las columnas y le hicieron bailar. Sansón pidió al Señor que le devolviera la fuerza para vengarse de los filisteos, se agarró a las dos columnas y las sacudió con tal fuerza que el edificio se hundió sobre los príncipes de los filisteos y todo el pueblo que se encontraba allí. Así fue como consiguió al morir, dar muerte a sus enemigos. Sansón fue juez de Israel durante veinte años.


miércoles, 19 de febrero de 2025

BENDICIÓN

 «Que los caminos se abran a tu encuentro, 
que el sol brille sobre tu rostro, 
que la lluvia caiga suave sobre tus campos, 
que el viento sople siempre a tu espalda.

Que guardes en tu corazón con gratitud 
el recuerdo precioso 
de las cosas buenas de la vida.

Que todo don de Dios crezca en ti 
y te ayude a llevar la alegría 
a los corazones de cuantos amas.

Que tus ojos reflejen un brillo de amistad, 
gracioso y generoso como el sol, 
que sale entre las nubes y calienta el mar tranquilo.

Que la fuerza de Dios te mantenga firme,
 que los ojos de Dios te miren, 
que los oídos de Dios te oigan, 
que la Palabra de Dios te hable, 
que la mano de Dios te proteja,
y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
otro te tenga y nos tenga a todos,
en la palma de su mano».  

domingo, 9 de febrero de 2025

LA MIRADA DEL CATEQUISTA

Los ojos de Jesús, su mirada y su forma de contemplar sirven de modelo para todo catequista. Conocemos esta expresión: "lo esencial es invisible a los ojos" del escritor francés Antoine de Saint-Exupery, autor de El Principito.

La mirada del catequista busca lo esencial en las personas y en las situaciones. En la oración, aprende a mirar como Él y a contemplar el mundo como Dios lo mira. Los ojos son el espejo del alma y el catequista comunica mejor cuando sus ojos se parecen a los ojos de Jesús. 

En este decálogo encuentra el catequista la fuente donde mirarse  para crecer, pedir perdón por sus durezas y juicios, saber alegrarse y llorar cuando su vista se llena de misericordia. Este decálogo es un colirio para los ojos del catequista, para que rebosen compasión y ternura.




1. Es una mirada detallista queda valor a lo pequeño, como la mujer que buscaba el dracma perdido.

2. Su mirada está pendiente de todos, especialmente del que se ha perdido o se marchó. Va en su busca, como en la parábola de la oveja perdida.

3. Su mirada contempla el horizonte y siempre espera, como el Padre en la parábola del hijo que se marchó de casa.

4. Su mirada está llena de afecto, como en la mirada de Jesús al joven rico.

5. Su mirada se detiene en los que están fuera del camino, como en Zaqueo.

6. Sus ojos están llenos de misericordia, como en la mirada al Buen ladrón, San Dimas.

7. Su mirada contempla siempre la fuerza de la vida, no se da por vencido a pesar de la aparente muerte, como en la hija de Jairo.

8. Su mirada no juzga, no recrimina, no condena tal como hizo Jesús en su encuentro con la Samaritana junto al pozo de Siquem.

9. Su mirada es compasiva y llena de ternura, como la del buen samaritano, que ve cuando otros pasaron de largo.

10. Su mirada es profunda, sabe leer los acontecimientos de la vida desde el corazón, a ejemplo de María de Nazaret.


Por el Bautismo recibido
he sido incorporado a la misión
de anunciar el Evangelio a los pobres,
para llevar liberación
a toda clase de cautivos,
para abrir a la libertad
a cuantos estaban encerrados
en sus jaulas y prisiones.
Te doy gracias, Señor,
por haberme llamado,
por haberte fijado en mí,
por  invitarme
a una vida más evangélica,
por hacer de mí
palabra de tu Palabra
y luz de tu Luz,
la que viene de lo Alto
para romper la oscuridad
y las sombras
que llevan a la tristeza y a la muerte;
Luz que guía nuestros pasos
por el camino de la paz.

jueves, 6 de febrero de 2025

SANSÓN

Sansón era un israelita al que Dios dio una fuerza extraordinaria para salvar a su pueblo de los filisteos, una nación vecina que los había sometido. Sus padres lo consagran a Dios y lo convierten en nazar, por eso no podía beber alcohol ni cortarse el pelo. Si se lo cortaba perdería fuerza que venía de Dios.

Cuando creció, Sansón se enamoró de una mujer filistea, del pueblo  de sus enemigos. El día de la boda los filisteos le engañaron y, del enfado, les declaró la guerra y con una quijada de burro mató a un ejército de mil hombres.

Para que los filisteos supieran que no tenían nada que hacer contra Sansón, fue a su ciudad más importante y arrancando las puertas de las murallas, unas puertas enormes, se las llevó a cuestas.

Su fuerza era tan grande que un día se encontró con un león y lo mató con sus propias manos como si fura un cordero, según dice la Biblia. Quizá sea esta la hazaña más recordada de Sansón.

Los filisteos, para librarse de Sansón, le pagaron a Dalila, una mujer muy hermosa, para que averiguara el secreto de la fuerza de Sansón. Después de muchos intentos, Dalila lo averiguó y cuando Sansón estaba durmiendo le cortó el pelo. 

Al perder su fuerza, enseguida cayó en manos de sus enemigos que lo hicieron prisionero, y todavía asustados por la fuerza que había tenido Sansón, le dejaron ciego y le pusieron a tirar de una rueda de molino como si fuera un animal.

En las fiestas del dios de los filisteos, éstos quisieron reírse de su prisionero y del Dios que ya no le daba su fuerza, y lo llevaron a su templo. A Sansón le había ido creciendo el pelo, por lo que recuperó su fuerza y, apoyándose en las columnas que lo sostenían, derribó el templo y así murió junto a sus enemigos.

Sansón siempre ha sido imagen del hombre que, elegido por Dios para realizar una misión, cede a sus debilidades y no le es totalmente fiel -por eso fue vencido por Dalila-, pero que siempre puede volver al camino trazado por Dios.



sábado, 18 de enero de 2025

AARON - Historia bíblica para niños

Gracias a la afición que los israelitas tenían por los árboles genealógicos, sabemos muchas cosas de Aarón: era descendiente de Leví, uno de los hijos de Jacob; su mujer se llamaba Isabel y tuvo cuatro hijos, y, lo más importante, era el hermano mayor de Moisés. Tuvo suerte, esto le salvó de la orden del Faraón de matar a los niños hebreos.

Cuando se enteró de que Moisés volvía de nuevo a Egipto después de varios años huido en Madiam, el susto que se llevó al encontrarse con él fue grande. Nada menos -le dice Moisés- que tiene que acompañarle al Faraón y hablar en su nombre -a él no se le daba bien- para pedirle la libertad para todo su pueblo: los hebreos.

Y el Faraón les dio con la puerta en las narices, porque los hebreos eran una mano de obra muy barata: los tenían como esclavos. ¡Ah!, además las coas fueron a peor: el Faraón dio orden de aumentarles el trabajo y, encima, los encargados hebreos les acusaron de lo mal que lo pasaba el pueblo por su culpa.

No se achicaron Moisés y Aarón, sino que, convencidos de que Dios les había confiado esta tarea tan hermosa, siguieron en sus trece. ¡Lo que hicieron para conseguir que el Faraón diera su brazo a torcer! Les costó mucho, pero lo consiguieron. ¡Saltaban de gozo al comunicar al pueblo que el Faraón les dejaba marchar!

Si duro había sido el trabajo con el Faraón, más lo fue en el camino por el desierto. La gente se rebelaba contra Moisés y contra él. En algunos momentos lo pasaron fatal. Menos mal que Dios estaba de su parte y les echaba una mano: les daba el maná, de repente aparecían unas bandadas de codornices, brotaba agua de una roca... ¡Y algo muy bueno, en los momentos difíciles -y hubo muchos- acompañaba a Moisés en la oración!

Lo peor fue al pie del Sinaí, cuando, ante las presiones del pueblo al no regresar Moisés de la montaña, se vio obligado a fundir un becerro de oro y la gente lo adoró como si fuera el Dios  que les había sacado de Egipto. ¡Menuda la que se armó! Aarón buscaba toda clase de excusas, pero su hermano le echó una gran bronca. Algo le consoló, el que no fue solo para él, sino para todo el pueblo por haberle obligado a hacer tal cosa.

No llegó a entrar en la "Tierra Prometida". Lo había deseado y soñado muchas veces. Pero... Dios tiene sus caminos. En su peregrinar por el desierto, llegaron al monte Hor. Acompañado por su hijo Eleazar y Moisés, su hermano, subió a la cima. Moisés tuvo un gesto precioso con él: tomó las vestiduras sacerdotales de Aarón y se las puso a Eleazar. Y con la felicidad de que su hijo continuaba su misión en el pueblo, Aarón murió.

De Aarón nos han quedado como recuerdo las palabras con que bendecía a los israelitas y que aún seguimos utilizando los cristianos:

"El Señor te bendiga y te guarde;
el Señor haga brillar su rostro sobre ti
y te conceda su favor;
el Señor te muestre su rostro
y te dé paz".


                               

sábado, 11 de enero de 2025

MISIONEROS POR EL MUNDO: PEDRO CLAVER

Nació en una masía de Verdú , el valle de Urgel, el 25 de junio de 1580. Sus padres eran campesinos acomodados. Tenían varios hijos y Pedro era el más pequeño de los chicos.

El párroco que bautizó al niño escribió al final del acta de bautismo, según era su costumbre, este piadoso deseo: "Dios te haga buen cristiano". Y Dios le hizo santo.

Pedro creció en el ambiente campesino en que vivía su familia. Estudió sus primeras letras con los sacerdotes que regentaban su parroquia. No tenía vocación de labrador y a los 19 años empezó los estudios eclesiásticos. Entró en la Compañía de Jesús y en Mallorca se hizo amigos del anciano jesuita Alonso Rodríguez.

¿Quiénes eran los más necesitados, los más despreciados en aquel momento? Pedro pidió que le destinasen a Cartagena de Indias, uno de los principales puertos del tráfico de esclavos.

Uno tras otro los galeotes negreros llegaban al puerto. En las bodegas, húmedas y malolientes, hacinados sobre planchas de madera, venían los que fueron secuestrados en sus aldeas africanas.

Pedro se esforzaba por auxiliarlos. Llegaban medio muertos de hambre, de cansancio y de miedo. Buscaba intérpretes que hablasen sus lenguas y les llevaba comida, medicamentos y vestidos.

Muchos negros, extenuados por el largo viaje, mal alimentados y mal alojados se ponían enfermos. Pedro se ocupaba de acomodarlos lo mejor que podía y de curar sus llagas. Recorría las calles de Cartagena para pedir a las gentes dinero, alimentos, ropa y medicinas para los esclavos, y, al mismo tiempo, hablaba con todos de su gran preocupación.

Seguían secuestrando negros en África y vendiéndolos como esclavos, pero hubo personas que empezaron a comprender la injusticia y crueldad de la esclavitud como enseñaba Pedro. 

Los trabajos y penalidades minaron la salud de Pedro. Sufrió una parálisis progresiva que le postró en la cama, inmóvil, durante meses. Le había llegado la hora de sufrir con paciencia. En la mañana del 9 de septiembre de 1654 con gran paz se fue al cielo. 

La ciudad entera y los esclavos, que le habían olvidado mientras estuvo enfermo, se conmueven y se movilizan cuando corre la noticia de su muerte.

Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX. Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodríguez. El 7 de julio de 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros. El Papa Juan Pablo II rezó ante los restos mortales de San Pedro Claver en la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena el 6 de julio de 1986.