Nazaret es un pueblo de Galilea. Allí fueron a vivir José, María y Jesús al regresar a Egipto. La persecución de los inocentes decretada por Herodes había terminado y un ángel avisó a José de que ya podía volver.
Una vez en Nazaret, José volvió a trabajar en su oficio de carpintero. Abrió un taller, y mientras María cuidaba de Jesús y de la casa, él trabajaba todo el día.
Jesús, entretanto, iba creciendo, jugaba con otros niños y comenzó a ayudar a su padre. Trataba a todos con mucho cariño y vivió contento entre aquella sencilla gente de Nazaret.
Todos los años José y María acudían a Jerusalén a celebrar la Pascua, tal como ordenaba la ley de los judíos. La ley decía que los niños, al cumplir los doce años, debían acompañar a sus padres.
Cuando Jesús cumplió la edad, José le dijo:
_ "Mira, Jesús, ya has cumplido doce años. Así que este año vendrás con nosotros a Jerusalén."
Por aquellos días acudía mucha gente a Jerusalén y era fácil perderse entre la muchedumbre. Así les ocurrió a José y a María. Ya de regreso, al encontrarse de nuevo, se dieron cuenta de que Jesús no venía con ninguno de los dos.
_ "Creí que Jesús venía contigo", dijo María.
_ "Y yo que no se había separado de ti", respondió José.
Volvieron al templo y comenzaron a buscarle por el interior del recinto. Hasta que, por fin, le vieron rodeado de unos sacerdotes hablando con ellos de cosas que José y María no entendían. Estuvieron observando un poco y se dieron cuenta de que los sacerdotes, que eran unos sabios conocedores de la ley de Dios, escuchaban a Jesús, que hablaba con uno de ellos.
José y María se sintieron orgullosos de su hijo, pero decidieron reñirle por haberlos abandonado.
Cuando Jesús se despidió de aquellos sabios, José se acercó a Él diciéndole:
_ "Jesús, tu madre y yo hemos sufrido mucho pensando que te había pasado algo. No debiste hacer tal cosa."
Pero Jesús les dijo que no se preocuparan. Y añadió:
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