-¡Dame una limosna! ¡Dale algo de dinero a un pobre mendigo ciego! -gritaba Bartimeo.
Tenía los ojos enfermos y no podía ver. Para él todo estaba oscuro. Todos los días se sentaba junto al camino. no podía trabajar. Por eso tenía que pedir dinero.
Un día Jesús llegó a la ciudad en la que vivía Bartimeo. Bartimeo sabía que Jesús curaba a la gente. ¡Quizá podría curarlo!
Se oían voces. Voces fuertes y entusiasmadas. Bartimeo podía oír a la gente que se acercaba: pat, pat, pat...
-¡Ayúdame. Jesús! ¡Ayúdame! -gritó con todas sus fuerzas.
Jesús lo oyó y se paró.
-Decidle que se acerque -pidió Jesús.
-Jesús quiere verte -le dijeron al ciego Bartimeo.
Inmediatamente dejó la capa que le mantenía caliente. Dio un salto y se acercó a Jesús. No podía ver pero la gente le ayudó a encontrar el camino.
-¿Qué quieres que haga? -le preguntó Jesús.
-Quiero ver. Por favor, ¡haz que vea!
-Has tenido confianza en que podría curarte -contestó Jesús-. Por eso, tú verás.
Bartimeo abrió los ojos. Ya no estaba oscuro. ¡Había luz!
-¡Puedo ver! -gritó con alegría-. Me voy contigo, Jesús.
Tu primera Biblia. Edebé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario